Por Joaquín Arduengo, vicepresidente Partido Humanista

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Los humanistas decimos que cuando se piensa, se siente y se actúa en una misma dirección, no solo favorece a quien se ubica desde tal perspectiva, sino que influye favorablemente en los demás, en especial de quienes son sus propios hermanos, su propia gente.

Así esta dirección siempre tan compleja y difícil en su práctica efectiva, solo puede ser llevada a su cumplimiento cuando reconocemos que nos pertenecemos a lo social y que es allí dónde está el espacio para tal coherencia.

Es lo que hoy está ocurriendo con las elecciones del Colegio de Profesores en que la lista C de los “disidentes” está triunfando por sobre el cálculo establecido de los sostenedores de un sistema alejado de las necesidades de una profunda transformación, la misma que nuestro profesores reclaman hace ya largo tiempo, no solo para ellos sino y lo que es más importante para nuestros hijos.

Hace mucho tiempo dijimos que el poder no está en las cúpulas políticas o gremiales, sino que está dormido en la base social y que podrá despertar solo cuando se movilice coherentemente de acuerdo a sus necesidades profundas. Como lo expresara en su momento nuestra diputada humanista Laura Rodríguez en 1990: “de cara a la gente y de espaldas al poder establecido”.

Hoy podemos decir que la lista que representa nuestro amigo humanista, Mario Aguilar, como rostro visible de un movimiento mucho más amplio y mayor, tiene otra profundidad, que hace emerger con todo su fuerza, las aspiraciones de un gremio que ha sido atropellado y postergado una y otra vez, porque quienes lo han representado han estado más cerca de quienes calientan sus sillones cercanos al poder político, en dónde ha importado poco las reales necesidades de la gente, en este caso de los profesores.

Aquí hay una enseñanza que ojalá pueda ser leída en el futuro inmediato cuando se trate de las elecciones parlamentarias y presidenciales venideras: cuando la base social despierta, la falsa democracia tambalea y se generan las bases para una construcción distinta, la de la participación en las decisiones que puedan llevar paz y justicia a nuestro pueblo.

Lo que hoy está sucediendo con Mario Aguilar en el Colegio de Profesores, se suma a lo que ha ocurrido a Jorge Sharp en Valparaíso, Gerardo Espíndola en Arica, Gonzalo Montoya en Macul, como alcaldes que el poder no se esperaba.

Así hoy, los humanistas nos alegramos de que silenciosa y esperanzadoramente se comience a escuchar la voz de los sin voz, la de los postergados, la de quienes quieren un mundo mejor, no solo para sí mismos, sino que para otros con la misma fuerza solidaria. La disidencia con lo establecido, siempre triunfa cuando lo que se piensa que se quiere, se hace sentir con su fuerza transformadora en la acción.

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